Ir al contenido principal

La gran burbuja

Como no dispongo de ningún famoso que se preste a ello, déjenme que les explique yo mismo, sin regodeos ni tecnicismos, de tú a tú, y a poder ser con mi mejor sentido del humor y de la estética, en qué consiste la burbuja cinematográfica. Imaginen por un momento una película con una puntuación media de tres, que es el valor real de La gran apuesta, pero que de repente empieza a experimentar, mediante una serie de especulaciones e incentivos en forma de nominaciones, un súbito e inexplicable aumento en su calificación. Las expectativas sobre el filme van subiendo como la espuma, Brad Pitt y compañía se frotan las manos, hasta que un buen día el populacho acude al cine y se echa las manos a la cabeza. Les han vendido gato por liebre. La cinta está muy por encima de su valor real, aunque los portavoces oficiales manifiesten lo contrario, y la sensación de estafa se adueña del espectador. Una vez más, Hollywood, ese Wall Street cultural, nos la ha colado.  

¿Recuerdan cuando todos tuvimos que familiarizarnos con conceptos como la prima de riesgo, las hipotecas subprime y demás jerga económica? Eran tiempos en los que la terminología habitual de unos pocos se acercó a la calle como recompensa por el sacrificio prestado. Pues bien, ahora todos aquellos conocimientos de economía para dummies se quedan cortos y obsoletos para entender una mínima parte del embrollo que nos narra Adam McKay, nominado al Oscar como mejor director por adaptar un best-seller de Michael Lewis partiendo de un contexto –la crisis económica actual- ya rodado con maestría anteriormente y emulando el nervio de directores como David O. Russell o Martin Scorsese. El resultado es un mejunje que abofetea violentamente a todas sus influencias precedentes. Un batiburrillo de ideas prestadas que quiere, y vaya si lo consigue, dejarnos con la boca abierta.

Ya sé lo que estarán pensando, avispados lectores. “Este tío no se ha enterado de nada y echa pestes sobre la película para camuflar su colosal analfabetismo”. Tienen parte de razón, lo confieso. Se me escapa el significado de conceptos como CDO o de swap, no los asimilo ni aunque me los explique Sofía Vergara dando vueltas sobre sí misma con un vestido despampanante (¿recuerdan las críticas sobre machismo?). Pero lo que no se me escapa es el argumento central de La gran apuesta, que una pandilla de inversores anticiparon la debacle mundial y, lejos de hacer saltar las alarmas, decidieron aprovecharse de la ceguera capitalista y forrarse a su costa. Tan tremendo planteamiento convierte a todos sus protagonistas en auténticos psicópatas. A todos menos a Brad Pitt, que se reserva, como buen productor, la frase más demagoga de la cinta, no vaya a ser que la imagen impoluta de Brangelina se disuelva.

La verborrea ininteligible es intencionada, tanto en la economía como en la película. En una sirve para esconder prácticas moralmente reprobables y en la otra para camuflar cada una de las estupideces que ha cometido McKay en su toma de decisiones. El montaje esquizofrénico (nominado también al Oscar) nos zarandea convulsivamente de un plano a otro, muchas veces sin coherencia ni conexión, valiéndose de una banda sonora maltratada y de alteraciones supuestamente ingeniosas, como la rotura ya no tan sorprendente de la cuarta pared o la sobreimpresión de citas “oídas en una cafetería”. Y es que el humor por el que ‘La gran apuesta’ ha sido catalogada como comedia roza por momentos el bochorno.

Otro de los activos más destacados del filme es el de las interpretaciones, destacadas tras las sucesivas nominaciones hacia un Christian Bale que emula en todo momento al Matthew McConaughey de El lobo de Wall Street. De hecho, podría considerarse La gran apuesta como una fotocopia movida de la obra maestra de Scorsese, con flecos de cintas que sí encontraron el tono para denunciar la crisis inmobiliaria, como Margin call con el thriller o Inside Job en forma de documental. Para evitarse la lluvia de críticas por banalizar asunto tan serio, McKay se asegura, eso sí, un discurso final plagado de mensajes que ya llegan tarde. El rescate financiero por parte de todos y la ausencia de culpables oficiales ya han sido asimilados, incluso olvidados, por todos nosotros. Ya estamos inmersos en una nueva burbuja repleta de nuevos incentivos crediticios y de teles curvas 4K. Si queremos que alguien nos la reviente, ya llamaremos a Michael Moore, el que para muchos es lo más parecido a un crédito basura de alto riesgo. Él al menos le echa morro, se la juega y, lo más importante, tiene chispa.

Comentarios

Entradas populares de este blog

SÉ QUIÉN ERES | Aciertos y errores del thriller de la temporada

Con una legión de seguidores discreta pero infalible, en torno al 15% de cuota de pantalla, podría decirse que Sé quién eres es todo un hito en la historia de nuestra televisión. Pocas veces un thriller con una trama seriada ha logrado mantener espectadores semana tras semana, pendientes de un caso, el de la desaparición de Ana Saura, que, para colmo, se resolvía a mitad de estas dos temporadas fusionadas en una. Dieciséis capítulos vibrantes que culminaban este pasado lunes con un final sorprendente, no sólo por el asesinato inesperado de uno de sus personajes principales, sino también por la singularidad de su resolución. Probablemente por primera vez en estos lares, el happy end deja paso a un desenlace mucho más realista, el del triunfo del mal y del poder sobre el resto de mortales. A pesar de su notable éxito, sobre todo en un canal, Telecinco, con escaso recorrido para el drama seriado, Sé quién eres no ha supuesto la revolución que cabía esperar para nuestro panoram...

Los 8 momentos memorables del final de Mujeres Desesperadas

Pueden contarse con los dedos de una mano las series que han logrado cerrar la persiana sin remordimientos. Mujeres desesperadas seguramente se encuentre en ese reducido grupo de privilegiadas que alcanza el final satisfaciendo a la gran mayoría de sus seguidores , sin polémicas, sin originalidades, sin alterar, en definitiva, la esencia de una fórmula que la ha mantenido en antena durante ocho temporadas. Podrán vertirse muchas críticas sobre esta creación de Marc Cherry, gustarán más o menos algunas épocas de la serie, pero lo que no puede negársele a Mujeres desesperadas es la fidelidad a su público . La coherencia suele convertirse en la factura pendiente en producciones que, movidas por el éxito, suelen alargarse hasta el infinito, perdiendo en el camino la cordura ( Lost ) o a buena parte de su reparto original ( CSI ). Consciente de ello, Cherry decidió ponerle punto y final a su niña mimada antes de que el tiempo erosionara su identidad. La fecha escogida fue el p...

SIRÂT | Lo opuesto a una 'feel good movie'

Oliver Laxe lo tenía muy fácil. Su tercer largometraje podría haber discurrido por la misma senda de sus primeros minutos y convertirse en una buena feel good movie . Uno de esos filmes en los que dos mundos antagónicos, que se repelen, terminan comprendiéndose y trabajando por un bien común. En este caso, la búsqueda de una joven por parte de su padre, su hermano y su perro y un grupo de raveros.  El director de origen gallego nos estaba deleitando con todos los elementos necesarios para una película reconfortante, de la fotografía a la banda sonora, pasando por un plantel de actores no profesionales que dejan huella, hasta que decide “hacer saltar el cine por los aires”, en palabras de una crítica de El Mundo resaltada en el póster promocional de la cinta. Y, de repente, la sala enmudece, los espectadores nos recolocamos como podemos en nuestras butacas y nos adentramos en otra experiencia bien distinta.  Hasta ese momento, que por suerte pocos se atreven a desvelar, en un a...