Ir al contenido principal

Norah Jones no es para pijos

Segunda parada de Norah Jones en Barcelona y segundo y gratificante buen sabor de boca. De camino a mi asiento, desfilando por el impresionante vestíbulo modernista del Palau de la Música Catalana, todo un desfile de modernos encantados de la muerte de formar parte de un evento tan chic. Queda uno tan divino el lunes siguiente en la oficina cuando alardea de lo fantásticamente divina que estuvo Norah Jones… Mucha ropa de marca, muchos rostros bronceados, pero escasa pasión por la artista en cuestión.
Pocos de ellos apreciarían, por ejemplo, la ausencia del trombón en la mejor de las canciones del disco, Sinkin’ soon, porque seguro que poquísimos notaron el debut de este instrumento en la discografía de Norah Jones cuando compraron Not too late. El disco es tan estupendo como fondo de selectas cenas que ¿para qué detenerse a escucharlo? La ausencia de su sonido, los que la notaron lo entenderán, hacía un flaco favor a una de las interpretaciones más esperadas de la noche.
Pocos sabrían, también, que el que seguro fue para ellos el momento culminante del concierto, ese que les hizo levantarse de sus asientos, corresponde en realidad a su segundo trabajo. Creepin’ in es seguramente la mejor canción del probablemente mejor disco de Norah Jones, Feels like home (muchos opinarán justo lo contrario). Algún auténtico seguidor de la cantante en la platea del Palau echaría en falta, como lo hice yo, la voz de Dolly Parton en este dúo que, en voz del artista invitado M Ward, resultó efectivo por el ritmo pero incomparable con el original de estudio.
A bien pocos se les erizaría la piel al recordar memorables canciones de trabajos anteriores como The long way home o Sunrise. Quedarían, eso sí, plenamente satisfechos con las reconocibles Come away with me o Don’t know why, preciosas letras por las que el tiempo no pasa. Muchos se habrán quedado con la imponente voz en directo de esta joven ganadora de cinco Grammys en 2002. Algunos pocos se habrán tomado la molestia de compararla con la de estudio y habrán llegado a la conclusión que es de las pocas artistas cuyos directos mejoran sustancialmente la calidad sonora de sus grabaciones.
Ella sola es una banda. Pasó de la guitarra al piano y del piano al órgano Wurlitzer sin pestañear, hasta el punto que ya ni se acordaba de cuál era el instrumento que debía tocar en cada momento. Pero la banda que la acompaña es sin duda un gran logro, sobre todo Adam Levy, un apasionado y apasionante de la guitarra eléctrica. Juntos confeccionan un grupo unido en el que no hay espacio para el divismo.
Norah Jones desprende humildad y simpatía en sus intervenciones. Supo reírse de sí misma, reírse con sus compañeros y hacer reír al público. Su timidez ha mejorado respecto a su último recital, ahora hace tres años, en el Auditori de Barcelona, pero la conexión con el público fue mucho más intensa en aquella ocasión. No sabemos si es por el notable aumento de precio en las entradas (de unos 25 de media a unos 60) o por tratarse de un nuevo recinto, el Palau, más dado al esnobismo, pero el público de esta última velada pertenecía más al pijerío cultural que suele reinar en algunos acontecimientos culturales que al fiel seguidor de la cantante.
Y eso se dejó notar a lo largo de todo el recital. Frialdad generalizada ante algunas de las canciones a fuego lento por las que Norah Jones es reconocida y ovación unánime y apoteósica con la nueva versión de Creepin’ in, dominada por el estruendo de guitarras, recurso apenas existente en sus trabajos. La excepción de la noche, y de casi toda su carrera, resultó ser la de más cálida acogida entre un público al que le preocupaba más el antes y el después que el durante de un concierto redondo. Faltó afinidad y faltó química entre el público, no por falta de energía de la cantante sino por exceso de pijerío en la platea.

PD. Las imágenes son de pésima calidad, lo sé, pero son las que validan que yo estuve allí.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Que fan que eres!
Aun diría más, estás moralmente por encima de todos esos "pijos" que fueron al concierto y que no aprecian la música al mismo nivel que tu.
No lo olvides, estás por encima.
Pol Morales ha dicho que…
No me considero estar por encima de nadie. Quizá mi comentario peca un poco de egocentrismo, pero es que esa es la sensación que me dio nada más entrar en el Palau i que se me confirmó cuando el público solo se emocionó con una canción marchosa. Los seguidores de Norah Jones no buscan marcha en sus canciones precisamente! El público allí presente se mostró bastante frío. Percibo la ironía de tu mensaje y entiendo que pueda parecer arrogante. Nada más lejos de mi intención!
Anónimo ha dicho que…
Yo solo he tenido la oportunidad de ver a Norah en concierto una vez, el primero que dio en Madrid en el 2002, en el patio del Conde Duque. Y sali de ahi sabiendo que esa chica que me habia emocionado con uno de los mejores discos folk de los ultimos tiempos, estaria en lo mas alto de mis preferencias musicales.
Sin duda, Norah Jones tiene una bonita voz, en la línea aflautada de las clásicas del folk de los sesenta y setenta, y, como ellas, busca alivio en el falsete cuando se acerca a los agudos. se crió en el jazz hasta que conoció la rica tradición de los cantautores tejanos y se puso a escuchar a Joni Mitchell y Bob Dylan. Y bajo esas influencias parece seguir ahora. Lo más jazzístico que se le escuchó fue un The nearness of you a voz y piano solo que marcó el punto culminante de la noche.
norah se encuentra en un plano del panorama musical dividido en 2 secciones, aquellos que como bien defines son las tipicas modernas que después alardearan de lo cool que ha sido el ultimo concierto de Norah (y mas si es en el marco imcomparable de esa joya catalana como es el Palau) con sus otras amigas modernas; y despues aquellos que como tu saben saborear no solo hasta la ultima nota de sus discos, sino de todo el arte desplegado en los conciertos. ¡Enhorabuena por ese don!
Sin duda alguna Norah es la ultima trovadora de Nueva York.
Pol Morales ha dicho que…
Hola mc!!!
Por fin coincidimos en algo, no? Leyendo ahora esta crítica unos meses más tarde, la verdad es que se nota bastante pedante y me da hasta cierto repelús. No te pasa cuando lees algo que has escrito anteriormente que normalmente nunca te suele gustar? Aquel día debí salir muy cabreado por el ambientillo pijotorro que se respiraba en el Palau y de ahí ese pedanterismo trasnochado que respira mi comentario...
El palau de la música es la mejor sala de conciertos que yo conozco. Ahí ya he visto a tres de mis artistas favoritas: Rosario, Pastora y Norah Jones. Ya solo me falta a que Alanis se digne a pisar Barcelona!
Anónimo ha dicho que…
Por fin coincidimos si, y estoy convencido que yo hubiese sentido y escrito lo mismo. No me parece pedante, solo que saliste pero bien dolido de estar rodeado de aquel tipo de gente tan totalmente opuesta a tu forma de concebir y vivir la musica. A mi me sucedió lo mismo hace unos meses mientras veia al gran Harry Connick Jr en Madrid, menos mal que fui con unos amigos que les gusto como demostraba sus habilidades con el piano tanto el Stenway como uno viejo de madera, como poco a poco paso de estar un poco frio a contarnos como su padre estudió en Madrid.
Lo cierto es que la sincronización entre músicos fue tremenda, demostrando ser un bloque compacto, pero Harry dejó espacio para el lucimiento de algunos de los músicos de la banda.
Bueno que me lio ....

Entradas populares de este blog

SÉ QUIÉN ERES | Aciertos y errores del thriller de la temporada

Con una legión de seguidores discreta pero infalible, en torno al 15% de cuota de pantalla, podría decirse que Sé quién eres es todo un hito en la historia de nuestra televisión. Pocas veces un thriller con una trama seriada ha logrado mantener espectadores semana tras semana, pendientes de un caso, el de la desaparición de Ana Saura, que, para colmo, se resolvía a mitad de estas dos temporadas fusionadas en una. Dieciséis capítulos vibrantes que culminaban este pasado lunes con un final sorprendente, no sólo por el asesinato inesperado de uno de sus personajes principales, sino también por la singularidad de su resolución. Probablemente por primera vez en estos lares, el happy end deja paso a un desenlace mucho más realista, el del triunfo del mal y del poder sobre el resto de mortales. A pesar de su notable éxito, sobre todo en un canal, Telecinco, con escaso recorrido para el drama seriado, Sé quién eres no ha supuesto la revolución que cabía esperar para nuestro panoram...

Los 8 momentos memorables del final de Mujeres Desesperadas

Pueden contarse con los dedos de una mano las series que han logrado cerrar la persiana sin remordimientos. Mujeres desesperadas seguramente se encuentre en ese reducido grupo de privilegiadas que alcanza el final satisfaciendo a la gran mayoría de sus seguidores , sin polémicas, sin originalidades, sin alterar, en definitiva, la esencia de una fórmula que la ha mantenido en antena durante ocho temporadas. Podrán vertirse muchas críticas sobre esta creación de Marc Cherry, gustarán más o menos algunas épocas de la serie, pero lo que no puede negársele a Mujeres desesperadas es la fidelidad a su público . La coherencia suele convertirse en la factura pendiente en producciones que, movidas por el éxito, suelen alargarse hasta el infinito, perdiendo en el camino la cordura ( Lost ) o a buena parte de su reparto original ( CSI ). Consciente de ello, Cherry decidió ponerle punto y final a su niña mimada antes de que el tiempo erosionara su identidad. La fecha escogida fue el p...

SIRÂT | Lo opuesto a una 'feel good movie'

Oliver Laxe lo tenía muy fácil. Su tercer largometraje podría haber discurrido por la misma senda de sus primeros minutos y convertirse en una buena feel good movie . Uno de esos filmes en los que dos mundos antagónicos, que se repelen, terminan comprendiéndose y trabajando por un bien común. En este caso, la búsqueda de una joven por parte de su padre, su hermano y su perro y un grupo de raveros.  El director de origen gallego nos estaba deleitando con todos los elementos necesarios para una película reconfortante, de la fotografía a la banda sonora, pasando por un plantel de actores no profesionales que dejan huella, hasta que decide “hacer saltar el cine por los aires”, en palabras de una crítica de El Mundo resaltada en el póster promocional de la cinta. Y, de repente, la sala enmudece, los espectadores nos recolocamos como podemos en nuestras butacas y nos adentramos en otra experiencia bien distinta.  Hasta ese momento, que por suerte pocos se atreven a desvelar, en un a...