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Mostrando entradas de enero, 2008

Aquí la única misión es aguantarla

Contaban director y actores durante la presentación en Barcelona de esta segunda parte de Mortadelo y Filemón que se lo pasaron en grande rodando la película, que los transportó directamente hacia la infancia. A juzgar por las reacciones, una parte del entregado público que acudió al preestreno también disfrutó de lo lindo con el filme. Cada golpe que le propinaban al sufrido Filemón era un decibelio más en sus carcajadas . Sin embargo, los comentarios a la salida de otra buena parte de la platea eran del estilo “Si la primera era mala, esta ya ni te cuento” o “Ya sabía a lo que venía, pero como es gratis…”. En esa última frase se resume todo. Y es que ni borracho pagaría uno por ver tal despliegue de sutilezas de humor cafre. En mi opinión, se equivocan los que meten en el mismo saco de bodrios para olvidar a la primera parte. Se nota el cambio abismal entre Javier Fesser y Miguel Bardem . El primero supo aprovechar el disparatado humor de Ibáñez rindiéndole un notable homenaje. El s

OSCARS 2007. Mi apuesta personal. ¡Vota la tuya!

Mejor película No está fácil la cosa, aunque la cosa esté entre dos películas: No es país para viejos o Expiación . Y es que este puede ser el año de una u otra. Apostaré por la segunda por el simple hecho de que, a día de hoy, es la que está estrenada en nuestro país. Echo en falta dos grandes candidatas: American Gangster y Sweeney Todd . Me sobran las candidaturas de Michael Clayton , drama judicial inmerecido, y Juno , la Pequeña Miss Sunshine de 2007. Mejor director ¿Dónde están Ridley Scott y Tim Burton? Y sobre todo, ¿es que Joe Wright es demasiado novato para optar al galardón? A no ser que Pozos de ambición den la sorpresa de la noche, parece justo premiar a los hermanos Coen por adaptar tan fielmente (a juzgar por el tráiler) la novela de Cormac McCarthy y por llevar al cine un personaje como el de Bardem. Los otros tres candidatos no parecen partir con muchas opciones. Mejor actriz Aunque en esta edición, al contrario que en la del año pasado, el interés está fijado más

¿Hace trampas Paul Haggis?

Su opera prima fue vilipendiada por más de un sesudo crítico que no dudó en juzgarla de tramposa. Si bien me cuento entre los del bando que consideró injusta la repentina victoria como mejor película de Crash en detrimento de Brokeback mountain en aquellos fatídicos Oscar de hace dos años, lo cierto es que el debut en el cine de Paul Haggis fue, a mi entender, digno de mención. Situaciones forzadas, puede que sí. Tufo a moralina, seguramente. Pero pocas veces tan bien orquestadas y planteadas como logró este guionista de confianza de Clint Eastwood. Crash nos ofreció escenas de puro erizamiento epidérmico que todavía hoy permanecen imborrables de la memoria. Escenas como la que reencuentra a una víctima atrapada en un coche accidentado con el policía que la vejó la noche anterior durante un control rutinario. Son el tipo de ejemplos que alentaron las acusaciones sobre el poder manipulador de la película. Para mí son la clara evidencia de la ingeniosa capacidad de su autor de desper

Verdades tan demostrables como una ecuación

Gran parte de esta nueva película de Álex de la Iglesia se la pasan filosofeando sus dos protagonistas, los dos reclamos internacionales John Hurt y Elijah Wood . Maestro y alumno respectivamente disciernen sobre la posibilidad de conocer la verdad. Para el primero, no hay nada verdadero más allá de los números. Para el segundo, todo encuentra su explicación en las matemáticas. Y mientras uno y otro se enzarzan en acaloradas e interminables discusiones se suceden en la comunidad universitaria de Oxford una serie de crímenes relacionados con la lógica pero totalmente desvinculados de los desvaríos filosóficos que van vertiendo los personajes. ¿Puedes negar que esto es una piedra?, le pregunta el pupilo al profesor señalando un pedrusco en mitad de la calle. El espectador, entre tanto, se cuestiona la utilidad de tales reflexiones en una trama que finalmente queda absolutamente alejada de cualquier razonamiento filosófico . Al final, los hechos dan la razón al joven alumno y en la batall

Sublimación

El amor arrancado, en este caso por la caprichosa actuación de una niña pudiente y malcriada, es un blanco fácil para el melodrama más puro. La imposibilidad de que triunfe la pasión entre dos jóvenes por motivos tan injustos como la falsa acusación de un crimen no cometido es un argumento con todos los puntos necesarios para segregar más de una lágrima en el espectador. Y el espectador probablemente acudirá a ver la película con la única voluntad de no despegarse del pañuelo. Joe Wright era consciente del material sensible que tenía entre manos. Por ello, quizá, nos vislumbra desde una lejana ventana la escena de separación de los dos enamorados o nos ahorra el contexto sobre cómo surgió la llama entre una chica bien (Keira Knigthley) y su jardinero (James McAvoy), para que los golpes sean menos duros y, por consiguiente, menos fáciles las lagrimitas. Expiación , aún así, constituye un drama romántico en toda regla. Es en los esfuerzos del director por alejarse de los cánones de una

Del papel a la pantalla: 'No es país para viejos', por los Coen

A falta de un mes para su estreno en nuestro país y justo cuando Bardem acaba de recibir el premio de la Asociación Nacional de Críticos de Estados Unidos al mejor actor secundario por su papel en la película, que mejor momento para saber por donde pueden ir los tiros en No es país para viejos , la última producción de los hermanos Coen. Y es que de tiros irá la cosa, a juzgar por el tráiler del filme y por el libro en el que se inspira, del autor estadounidense Cormac McCarthy, recientemente galardonado con el Pulitzer por su última novela, La carretera . No es país para viejos , la novela, no es sencilla de digerir, probablemente cuando uno se enfrenta por primera vez a este cotizado escritor. No es que el argumento sea complejo, sino más bien el estilo narrativo utilizado, carente de estilo directo y plagado de distintos tipos de narradores. Jamás una conjunción como la Y había sido tan innecesariamente utilizada con el único fin de enmarañar la lectura y evitar ese respiro que pro